(Blog post from Saturday – pre climb)

Algo brusco, un sonido desgarrador, no puedo explicar que ha sido, pero algo me ha sobresaltado, un sonido ronco, punzante, que se ha metido en lo más profundo de mi cabeza y ha conseguido estremecerme, al tiempo que me hacía levantarme de un salto y ponerme en una posición defensiva que no se realmente ni que significa ni para que sirve.

Es noche cerrada, miles de luces centellean en el cielo, en el horizonte. Miles de estrellas que iluminan un cielo de un negro puro, miles de puntos blancos y más abajo, entre los matorrales, siento algo, dos estrellas, con una luz distinta, dos puntos de un blanco extraño, más bien rojizo. Me siento observado y un escalofrío recorre mi cuerpo, mi piel se eriza y siento como mis nervios están a flor de piel.

Miedo, siento miedo, no sé a qué ni de quién, pero algo a conseguido que me sienta aterrado. No sé qué hacer ni decir, me siento bloqueado, congelado a pesar del calor de una noche africana. Una preciosa noche que sin saber cómo se ha tornado en oscuridad, la que bloquea mi mente, la que hace que me quede inmobil, de piedra, mientras mis piernas parecen flojear, me hacen sentirme sin fuerzas, y mi boca seca me impide articular palabra.

Ha pasado un instante desde que me sobresalté, desde que la luz de la luna dejó de ser mi única compañera. Empiezo a dudar de mi mismo, del momento, de lo que veo,pero esos dos puntos iluminados siguen ahí, fijos en mí, sin desaparecer un instante, y siento que se mueven, que se acercan a mí, que se aproximan seguros de si mismos.

Mi cabeza empieza a funcionar, a mil por hora, comienzan a fluir ideas, pensamientos que no ayudan en nada en la situación que vivo, son décimas de segundo, pero al tiempo que los dos puntos se aproximan mi cabeza repasa la situación y diversas opciones. Estoy en África, es Tanzania, no muy lejos de aquí el Kilimanjaro y sus casi 6000m, cuando llegaba aquí pude intuir el lago Victoria. Y las posibilidades que pasan por mi cabeza se ven irremediablemente asociadas a tantas y tantas historias antes leídas o vistas en una pantalla. Historias de expediciones, ataques, accidentes.

Es África y puede pasar casi cualquier cosa. Algo me estremeció, me sacó de mi descanso y al tiempo esos dos puntos no dejan de observarme como dos estrellas caídas del cielo; observarme y acercarse poco a poco a mí. Están cerca, muy cerca, el miedo recorre mi cuerpo, quiero desaparecer, alejarme de aquí, pero no puedo, continuo inmobil, bloqueado. Ha sido solo un instante desde que empezó todo y ya está ahí, ha venido a por mí, no sé lo que es pero sé que es el fin, sé que todo ha terminado… Y justo cuando me voy a abandonar, en ese mismo instante en que me había convertido en su presa; despierto en la seguridad de mi habitación.

Estoy metido en la cama, en una cómoda cama dentro de una habitación apacible, un insecto sobrevuela mi oreja, y es el único sonido que escucho. Todo ha sido un sueño, una pesadilla que ha conseguido hacerme temer. Sólo fue eso, un sueño… O no?

Something abrupt, a heartrending sound, I can’t explain what it was, but something has startled me, a hoarse, sharp sound, that has gone deep into my head and managed to shake me, at the same time that made me jump up and put me in a defensive position that I don’t really know what it means or what it’s for.

It is a closed night, thousands of lights flicker in the sky, in the horizon. Thousands of stars illuminating a pure black sky, thousands of white dots and below, between the bushes, I feel something, two stars, with a different light, two dots of a strange white, rather reddish. I feel observed and a shiver runs through my body, my skin is bristling and I feel like my nerves are at the surface of my skin.

Fear, I feel fear, I don’t know what or from whom, but something has made me feel terrified. I don’t know what to do or say, I feel blocked, frozen in spite of the heat of an African night. A beautiful night that without knowing how it has turned into darkness, the one that blocks my mind, the one that makes me remain immobile, of stone, while my legs seem to limp, they make me feel without strength, and my dry mouth prevents me from articulating a word.

A moment has passed since I was startled, since the moonlight ceased to be my only companion. I begin to doubt myself, the moment, what I see, but those two illuminated dots are still there, fixed in me, without disappearing for an instant, and I feel that they move, that they approach me, that they approach sure of themselves.

My head begins to work, at a thousand per hour, begin to flow ideas, thoughts that help nothing in the situation I live, are tenths of a second, but as the two points approach my head reviews the situation and various options. I am in Africa, Tanzania, not far from here the Kilimanjaro and its almost 6000m, when I arrived here I could sense Lake Victoria. And the possibilities that go through my head are irremediably associated with so many stories read or seen on a screen. Stories of expeditions, attacks, accidents.

It’s Africa and almost anything can happen. Something shook me, took me out of my rest and at the same time those two points keep looking at me like two stars falling from the sky; watching me and approaching me little by little. They are close, very close, fear runs through my body, I want to disappear, get away from here, but I can’t, I continue to be immobile, blocked. It’s only been an instant since it all started and it’s already there, it’s come for me, I don’t know what it is but I know it’s the end, I know it’s all over… And just when I’m going to abandon myself, at that very moment when I had become his prey; I wake up in the security of my room.

I am in bed, in a comfortable bed in a quiet room, an insect flies over my ear, and it is the only sound I hear. Everything has been a dream, a nightmare that has managed to make me fear. It was just that, a dream… Or not?